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Diario de Bjorn Seligson: entrada 3

La lucha con aquello no llegó a terminar nunca.
Ni siquiera con la ayuda de un dragón veloz como una centella, los dos equinos celestiales y el sabio caballero sagrado
no ha sido posible destruirlo.

Para evitar el desastre, los equinos celestiales envolvieron la isla
en un invierno y una noche interminables.
El equino negro se fundió en la noche y desapareció.
El tiempo se detuvo entonces en la isla, nadie podía verla ni escapar de ella.

El caballero sagrado, avergonzado por la derrota,
dividió su cuerpo en dos y juró no volver a mostrarse piadoso nunca más.

El dragón, por su parte, se perdió volando en los cielos.
Bien pensado, quizá la razón de su repentino regreso fue que sintió que la hora había llegado.

Y aquí estamos.
Aquello se ha dormido.

¿Es mi obligación proteger esta tierra?
No.

No puedo seguir ocultándolo con palabras bonitas.
Al final, lo único que quiero es conocer a alguien fuerte.